¿Aprueba Dios el Árbol de Navidad?

¿Aprueba Dios el Árbol de Navidad?
Mi sueño, al escribir esta serie de temas sobre la Navidad es: quitar la venda de la ignorancia, que está en los ojos de muchas personas sinceras que quieren servirle al Señor con todo su corazón. Espero que todas estas líneas no lastimen ninguno de sus sentimientos, sino antes engrandezca sus conocimientos.
Somos un Ministerio Profético, es decir, llamados especialmente por el Señor, para decir sus palabras. Nuestro objetivo no es agradar a los demás, sino proclamar la verdad de la Palabra de Dios. Nuestra pasión es que funcione el plan de Dios como El quiere.
 
El Árbol de Navidad se enlaza habitualmente con una fecha fundamental en el calendario de los festejos cristianos. Sin embargo, el árbol orlado con vivaces luces, posee lejanos y fundamentales antecedentes paganos.
En las primeras fiestas de Navidad, los romanos usaban árboles de pino por doquier, para representar el calor del nuevo nacimiento del dios sol en forma de fuego. Por su forma y por su modalidad, es símbolo ideal de la vida. Por ser vertical, es fálico; y por perder hojas y renovarlas cada año, es asociado con la muerte y la resurrección.
 
Entre los mitos nórdicos, descubrimos que el árbol era el centro del universo. Para los germanos, la vegetación también estaba asociada con la agonía mortal del sol; hecho coincidente éste con las Saturnalias. Los antiguos indoeuropeos observaban que hacia la mitad del invierno el sol quedaba inmóvil cerca del oriente meridional y luego se elevaba paulatinamente. A este fenómeno astronómico se lo conoció como el día del solsticio (sol detenido). Temiendo que la oscuridad de diciembre venciera al sol y lo ocultase, se decoraban las casas con acebo, hierba, muérdago y laurel, ya que estas hojas perennes, al seguir en el mismo estado aparente después de ser arrancadas, eran símbolo de inmortalidad. Además, se encendían leños; se hacían grandes fogatas y se prendían velas. Esta iluminación durante esa noche actuaba como una especie de magia imitativa que intentaba revivir al sol.
Deuteronomio 16:21 dice: "No plantarás bosques, ni árbol ninguno cerca del altar del Señor Dios tuyo". El propósito actual del árbol de Navidad no es otra cosa que "adoración" y no tiene ninguna relación con el nacimiento de Cristo.

 


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